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domingo, 9 de febrero de 2014

Manuel Lozano: adicto a la solidaridad

¿Cómo hizo un hombre que ni siquiera llegó a los treinta años para montar, en pocos meses, una estructura que cada noche saca a la calle dos mil voluntarios para ayudar a quien lo pida? Esta es la un chico de rastas que vive pensando en los otros y que, si pudiera, eliminaría el dinero de su vida.


La sede porteña de la Fundación Sí está ubicada en la calle Ángel Carranza al 1900, en pleno barrio de Palermo. Entre los carteles de neón de los bares y restaurantes más cool de Buenos Aires hay una casa antigua, con paredes blancas, un portón pintado de violeta y un pequeño cartel en una ventana, que es suficiente identificación para que todos los que llegan buscando la organización de Manuel Lozano sepan que es ahí donde funciona. En cuanto el portón se abre, lo que se ve son decenas de cajas. Cajas de alfajores, galletitas, ropa, golosinas. Y también bolsas rotuladas ("ropa de mujer", "donación para La Plata", "ropa de niño") y algunos muebles. Después hay un pasillo y más cajas, más bolsas, más paquetes. Y al final, un fondo grande, con pasto, parrilla y árboles, un terreno envidiable para casi todos los porteños. Está anocheciendo y en el comedor, junto a Manuel, solo quedan dos voluntarios: Jimena y Dante.