Todos los entrevistados para esta nota han elegido caminos distintos para volcar su espíritu de solidaridad activa: unos se han transformado en grandes articuladores, poniendo en contacto a los que quieren ayudar con los que necesitan esa ayuda; otros desde muy pequeños descubrieron en la vida al que los necesita, y otros más, por fin, porque quieren limpiar todo el planeta si fuera posible, pero han empezado por la plaza del barrio más cercana a su casa. Todos se parecen, sí, en la voluntad de mejorar su entorno y en la alegría de dar. De dar más y mejor. Y al mismo tiempo contagiar a otros con esta mirada atenta de la vulnerabilidad ajena.
APRENDER A MIRAR
Existen infinitas maneras de estar en el mundo desde un lugar constructivo y empático. Porque cada acción es una oportunidad para poner el foco en pensar en los demás o cuidar el medio ambiente.
Desde regalar sonrisas a cada paso, saludar a las personas con las que interactuamos, separar la basura, preguntarle a una persona de la calle qué necesita hasta donar las cosas que nos sobran en casa a una ONG del barrio.
Otros sienten que tienen que pasar a otro estadío y deciden involucrarse de forma permanente con actividades de voluntariado, porque experimentan un impulso irresistible de ayudar al otro, y eso los transforma en agentes de cambio en sus comunidades.
"Me da paz", dice Mariela Fumarola, una de las fundadoras de la organización Caminos Solidarios, un grupo de voluntarios que hace recorridos nocturnos por la Capital para asistir a gente en situación de calle.
Mariela tiene 43 años (aunque parece diez menos, y ella lo atribuye al trabajo que realiza, justamente, que la llena de felicidad) y hace poco más de dos descubrió la existencia de la Red Solidaria. "Buscaban colaboradores para los recorridos contra el frío, un proyecto que era sólo para el invierno." Pasó el invierno, pero Mariela y otros voluntarios siguieron ayudando. Hoy, con Caminos Solidarios formalmente constituido por más de medio centenar de voluntarios de todas las edades se reúnen en grupos de entre 8 y 10 integrantes, una vez por semana (martes o domingo), para recorrer los barrios de Almagro, Caballito, Balvanera, Flores, Agronomía y Monserrat. "Nos acercamos a los que duermen en las veredas, les llevamos comida, bebidas, ropa y calzado." Pero lo principal es que ellos están ahí, presentes en cuerpo y alma, para oír las historias de vida que tienen para compartir los que están en situación de calle. Pueden ser familias enteras o solitarios: "Muchas veces, la familia no sabe que han llegado a esa situación, y a ellos les da vergüenza que se enteren, porque fueron presos o porque quedaron en medio de alguna situación turbia". Por eso, dice Mariela, lo primero es "no juzgar, no criticar, como dice Juan Carr, que es el gran padrino de todos nosotros. Hay que aprender mucho de ellos, y hay que aprender a mirar".
También existen historias conmovedoras de personas de la calle, que después de ser asistidas sintieron la necesidad de ayudar a otros. "Gracias a ellos pudimos entrar a zonas en las que no nos animábamos. Y como ellos están acostumbrados a ese sufrimiento, también nos enseñan", destaca Fumarola.
También dedican parte de su esfuerzo a brindar charlas en escuelas o en las cátedras de Cultura Solidaria, organizadas por la Red Solidaria. "Contamos con pasión, porque es nuestro aporte al mundo. No basta solo con sentir que sos un ser humano bueno solamente; hay que hacer algo. Así podemos cambiar el mundo."
La próxima actividad de Caminos Solidarios es, por supuesto, para las fiestas de fin de año. El 25 de diciembre, a la tarde, en la plaza Julio César Fumarola (en homenaje a su padre, fotógrafo, asesinado por la Triple A), en Juan Domingo Perón, entre Jean Jaurés y Anchorena, invitan a todos los que quieran unirse a ellos y a los amigos de la calle a compartir un almuerzo o algo más ligero. "Estas fechas son muy sensibles, de mucha soledad. Por eso haremos una mesa dulce; algunos traerán guitarras. Vamos a pedir que se acerquen con juguetes, ropa, elementos de limpieza o, simplemente, con eso que a uno también le gustaría recibir."
Existen infinitas maneras de estar en el mundo desde un lugar constructivo y empático. Porque cada acción es una oportunidad para poner el foco en pensar en los demás o cuidar el medio ambiente.
Desde regalar sonrisas a cada paso, saludar a las personas con las que interactuamos, separar la basura, preguntarle a una persona de la calle qué necesita hasta donar las cosas que nos sobran en casa a una ONG del barrio.
Otros sienten que tienen que pasar a otro estadío y deciden involucrarse de forma permanente con actividades de voluntariado, porque experimentan un impulso irresistible de ayudar al otro, y eso los transforma en agentes de cambio en sus comunidades.
"Me da paz", dice Mariela Fumarola, una de las fundadoras de la organización Caminos Solidarios, un grupo de voluntarios que hace recorridos nocturnos por la Capital para asistir a gente en situación de calle.
Mariela tiene 43 años (aunque parece diez menos, y ella lo atribuye al trabajo que realiza, justamente, que la llena de felicidad) y hace poco más de dos descubrió la existencia de la Red Solidaria. "Buscaban colaboradores para los recorridos contra el frío, un proyecto que era sólo para el invierno." Pasó el invierno, pero Mariela y otros voluntarios siguieron ayudando. Hoy, con Caminos Solidarios formalmente constituido por más de medio centenar de voluntarios de todas las edades se reúnen en grupos de entre 8 y 10 integrantes, una vez por semana (martes o domingo), para recorrer los barrios de Almagro, Caballito, Balvanera, Flores, Agronomía y Monserrat. "Nos acercamos a los que duermen en las veredas, les llevamos comida, bebidas, ropa y calzado." Pero lo principal es que ellos están ahí, presentes en cuerpo y alma, para oír las historias de vida que tienen para compartir los que están en situación de calle. Pueden ser familias enteras o solitarios: "Muchas veces, la familia no sabe que han llegado a esa situación, y a ellos les da vergüenza que se enteren, porque fueron presos o porque quedaron en medio de alguna situación turbia". Por eso, dice Mariela, lo primero es "no juzgar, no criticar, como dice Juan Carr, que es el gran padrino de todos nosotros. Hay que aprender mucho de ellos, y hay que aprender a mirar".
También existen historias conmovedoras de personas de la calle, que después de ser asistidas sintieron la necesidad de ayudar a otros. "Gracias a ellos pudimos entrar a zonas en las que no nos animábamos. Y como ellos están acostumbrados a ese sufrimiento, también nos enseñan", destaca Fumarola.
También dedican parte de su esfuerzo a brindar charlas en escuelas o en las cátedras de Cultura Solidaria, organizadas por la Red Solidaria. "Contamos con pasión, porque es nuestro aporte al mundo. No basta solo con sentir que sos un ser humano bueno solamente; hay que hacer algo. Así podemos cambiar el mundo."
La próxima actividad de Caminos Solidarios es, por supuesto, para las fiestas de fin de año. El 25 de diciembre, a la tarde, en la plaza Julio César Fumarola (en homenaje a su padre, fotógrafo, asesinado por la Triple A), en Juan Domingo Perón, entre Jean Jaurés y Anchorena, invitan a todos los que quieran unirse a ellos y a los amigos de la calle a compartir un almuerzo o algo más ligero. "Estas fechas son muy sensibles, de mucha soledad. Por eso haremos una mesa dulce; algunos traerán guitarras. Vamos a pedir que se acerquen con juguetes, ropa, elementos de limpieza o, simplemente, con eso que a uno también le gustaría recibir."
REFERENTES DE LA AYUDA
En su trabajo El camino hacia una economía más humana (del libro La cultura dominante en la Argentina, Tejuelo Editores), el doctor en economía y profesor universitario Ludovico Videla desarrolla un concepto muy interesante: "El camino hacia una economía más humana debe partir de la reorientación del foco de la sociedad de la mera producción y consumo de bienes materiales al trabajo sobre las personas, la relacionalidad y la producción de bienes y servicios relacionales. Es decir, la economía humana empieza por el corazón de cada uno y su acción sobre los demás". De allí, la importancia fundamental de "la revalorización de los espacios de gratuidad en la sociedad. La familia, la amistad, el voluntariado, crean solidaridad".
Los jóvenes que formaron la organización Quiero Ayudar, constituida como tal hace más de dos años, ponen en práctica estos conceptos: quieren ser "un sitio de referencia para quien quiere ayudar y para las organizaciones que necesitan ayuda, brindando un servicio simple y práctico". Por supuesto, como lo hacen los jóvenes de hoy: aprovechando al máximo todas las posibilidades que les brindan las nuevas tecnologías.
LA NACION los entrevistó en la entrada del Centro Cultural Konex, donde se celebraba la 5ª edición del Día del Enprendedor, el 20 de noviembre. Allí estaba el grupo de voluntarios, en primera fila, recibiendo ropa, alimentos no perecederos, útiles escolares, tres de los doce rubros en los que trabajan con el resto de las ONG. Porque Quiero Ayudar (QA) es, como escriben en su sitio, "un emprendimiento solidario sin fines de lucro, que busca canalizar todos los impulsos solidarios en acciones concretas". A través de una página Web con un mapa interactivo buscan interrelacionar a las personas que están dispuestas a ayudar con aquellos que realmente lo necesitan.
QA nació de una promesa, cuentan tres de sus integrantes -Josefina Pérez Otero, Jerónimo Fanelli y Eduardo Bruchou-, en un alto de su tarea en el hall del Konex. La promesa fue hecha por un joven que había ido a misionar, cinco años atrás, a una persona de Caleta Olivia de enviarle la ropa y los medicamentos que necesitaba. Se le ocurrió mandar un mail a los amigos y respondieron muchos. Ahí nació lo que ellos llamaron El Galpón FDA, y allí se organizaron siete campañas de recolección de donaciones para distintas fundaciones.
Después fueron creciendo y sumando adherentes, hasta el punto de que, hace dos años, crearon Quiero Ayudar, una plataforma Web que es ese mapa interactivo, desde donde articulan a los voluntarios con aquellas organizaciones que los necesitan. Justamente, esa tarea les valió, entre tantos reconocimientos diarios, el mail que se mencionaba al comienzo de la nota.
"Con el tiempo se fueron sumando personas de todas las edades -cuentan Josefina, Eduardo y Jerónimo-, y la ayuda siempre está a la vuelta de tu casa. La Argentina es un país de gente supersolidaria; se forman cadenas de voluntarios, porque todos tienen ese deseo, que nuestro país sea un país mejor."
Si los lectores consultan la página de QA verán que todo les está facilitado: en el apartado Quiero donar se siguen tres pasos (hacer clic en lo que se quiere donar, seleccionar qué es lo que se tiene para donar y buscar en el mapa el punto adonde se quiere donar); en Quiero ser voluntario se repite la secuencia de los tres clics (ser voluntario, área elegida y punto en el mapa de donde está la ONG), y por fin, en Quiero cargar mi ONG, las organizaciones pueden llenar un formulario para que QA verifique los datos y unirse al grupo y al mapa.
Los jóvenes integrantes de QA, actualmente alrededor de 50, están en contacto con los de otras ciudades: La Plata, Córdoba y Rosario, y sienten que todos los días las ganas de ayudar se multiplican y se concretan en obras. En Facebook, hasta el momento, ya hay más de 12.300 personas que indicaron Me gusta de corazón.
En su trabajo El camino hacia una economía más humana (del libro La cultura dominante en la Argentina, Tejuelo Editores), el doctor en economía y profesor universitario Ludovico Videla desarrolla un concepto muy interesante: "El camino hacia una economía más humana debe partir de la reorientación del foco de la sociedad de la mera producción y consumo de bienes materiales al trabajo sobre las personas, la relacionalidad y la producción de bienes y servicios relacionales. Es decir, la economía humana empieza por el corazón de cada uno y su acción sobre los demás". De allí, la importancia fundamental de "la revalorización de los espacios de gratuidad en la sociedad. La familia, la amistad, el voluntariado, crean solidaridad".
Los jóvenes que formaron la organización Quiero Ayudar, constituida como tal hace más de dos años, ponen en práctica estos conceptos: quieren ser "un sitio de referencia para quien quiere ayudar y para las organizaciones que necesitan ayuda, brindando un servicio simple y práctico". Por supuesto, como lo hacen los jóvenes de hoy: aprovechando al máximo todas las posibilidades que les brindan las nuevas tecnologías.
LA NACION los entrevistó en la entrada del Centro Cultural Konex, donde se celebraba la 5ª edición del Día del Enprendedor, el 20 de noviembre. Allí estaba el grupo de voluntarios, en primera fila, recibiendo ropa, alimentos no perecederos, útiles escolares, tres de los doce rubros en los que trabajan con el resto de las ONG. Porque Quiero Ayudar (QA) es, como escriben en su sitio, "un emprendimiento solidario sin fines de lucro, que busca canalizar todos los impulsos solidarios en acciones concretas". A través de una página Web con un mapa interactivo buscan interrelacionar a las personas que están dispuestas a ayudar con aquellos que realmente lo necesitan.
QA nació de una promesa, cuentan tres de sus integrantes -Josefina Pérez Otero, Jerónimo Fanelli y Eduardo Bruchou-, en un alto de su tarea en el hall del Konex. La promesa fue hecha por un joven que había ido a misionar, cinco años atrás, a una persona de Caleta Olivia de enviarle la ropa y los medicamentos que necesitaba. Se le ocurrió mandar un mail a los amigos y respondieron muchos. Ahí nació lo que ellos llamaron El Galpón FDA, y allí se organizaron siete campañas de recolección de donaciones para distintas fundaciones.
Después fueron creciendo y sumando adherentes, hasta el punto de que, hace dos años, crearon Quiero Ayudar, una plataforma Web que es ese mapa interactivo, desde donde articulan a los voluntarios con aquellas organizaciones que los necesitan. Justamente, esa tarea les valió, entre tantos reconocimientos diarios, el mail que se mencionaba al comienzo de la nota.
"Con el tiempo se fueron sumando personas de todas las edades -cuentan Josefina, Eduardo y Jerónimo-, y la ayuda siempre está a la vuelta de tu casa. La Argentina es un país de gente supersolidaria; se forman cadenas de voluntarios, porque todos tienen ese deseo, que nuestro país sea un país mejor."
Si los lectores consultan la página de QA verán que todo les está facilitado: en el apartado Quiero donar se siguen tres pasos (hacer clic en lo que se quiere donar, seleccionar qué es lo que se tiene para donar y buscar en el mapa el punto adonde se quiere donar); en Quiero ser voluntario se repite la secuencia de los tres clics (ser voluntario, área elegida y punto en el mapa de donde está la ONG), y por fin, en Quiero cargar mi ONG, las organizaciones pueden llenar un formulario para que QA verifique los datos y unirse al grupo y al mapa.
Los jóvenes integrantes de QA, actualmente alrededor de 50, están en contacto con los de otras ciudades: La Plata, Córdoba y Rosario, y sienten que todos los días las ganas de ayudar se multiplican y se concretan en obras. En Facebook, hasta el momento, ya hay más de 12.300 personas que indicaron Me gusta de corazón.
POR LA SALUD VERDE
El nombre es gracioso y un verdadero oxímoron: La Plaga Positiva. Así se bautizó el grupo de jóvenes amigos que un día, de vacaciones en Villa Gesell, se dieron cuenta de qué sucia estaba la playa a la que iban, ellos y otras familias; muy parecido a lo que ocurre en la Capital y otras ciudades de la Argentina.
La idea surgió entonces casi naturalmente, hace un año, cuenta uno de los integrantes, Javier Colipi (36 años, trabaja en una agencia de publicidad, es cantante y tiene su propia banda de música), cuando el fundador de la agrupación, Juan Manuel Guerrera, ingeniero en informática, creó la fanpage en Facebook. Se definen así: Plaga Positiva, contagiando limpieza, y su objetivo no es menor: quieren que Buenos Aires llegue a ser una ciudad limpia. Aunque el promedio de edad está entre los 20 y 40 años, todos pueden participar: "Una abuela viene con sus dos nietitas". Y todas las profesiones, también: "Hay un economista, un vendedor, un diseñador gráfico; nuestra comunicación es toda virtual, por las redes sociales o de boca en boca. Para nosotros, Facebook es la herramienta más amigable con nuestro proyecto. Y cuando llega el domingo elegido, ahí estamos todos", agrega Javier.
Empezaron por un lugar público, una plaza en Devoto, y después siguieron. Se reúnen un domingo, o dos, por mes en una plaza chica, generalmente en grupos de seis, y no se van hasta dejar todo el lugar limpio. Uno de ellos, del sector textil, fabrica las bolsas verdes que llevan, con material reciclable.
Los vecinos del lugar al que llegan en general reaccionan bien. "Hay gente que hasta ayuda -dice Juli Raz, 25 años, la encargada de prensa del grupo-: si están comiendo algo tiran el papel o los restos en la bolsa verde que nosotros llevamos. Algunos nos felicitan y otros, los menos por ahora, se entusiasman, nos preguntan por qué hacemos esto y hasta dicen que les gustaría participar." Otras veces, algunos también preguntan si forman parte de algún grupo político.
Estas acciones les han dado la pauta de cuánto es lo que el público en general desconoce sobre prácticas ecológicas. Por eso destacan lo importante que es unirse a otras agrupaciones. "Fuimos invitados por el grupo Vecinos por la Ecología a dar una charla en el parque Saavedra", comenta Colipi. "Nosotros decimos que La Plaga Positiva visita un lugar, porque cuando uno va de visita a una casa respeta ese lugar." Ahora ya están en contacto con los vecinos del parque Rivadavia y los de plaza Francia, porque la idea es que alguien del lugar los apoye cuando vayan a limpiar.
La próxima reunión, y la última de este año, está programada para el domingo 8, en la plaza Primero de Mayo, del barrio de Balvanera. "Siempre hay mucha gente que quiere ayudar de alguna forma -dice Juli Raz-; nosotros encontramos ésta. Además de limpiar buscamos dar información o hasta enseñamos cómo hacer un compost. Siempre me importó el cuidado del espacio público, es algo que venía haciendo desde chica, y ahora, como voluntaria de La Plaga Positiva, siento que puedo hacerlo mejor.".
El nombre es gracioso y un verdadero oxímoron: La Plaga Positiva. Así se bautizó el grupo de jóvenes amigos que un día, de vacaciones en Villa Gesell, se dieron cuenta de qué sucia estaba la playa a la que iban, ellos y otras familias; muy parecido a lo que ocurre en la Capital y otras ciudades de la Argentina.
La idea surgió entonces casi naturalmente, hace un año, cuenta uno de los integrantes, Javier Colipi (36 años, trabaja en una agencia de publicidad, es cantante y tiene su propia banda de música), cuando el fundador de la agrupación, Juan Manuel Guerrera, ingeniero en informática, creó la fanpage en Facebook. Se definen así: Plaga Positiva, contagiando limpieza, y su objetivo no es menor: quieren que Buenos Aires llegue a ser una ciudad limpia. Aunque el promedio de edad está entre los 20 y 40 años, todos pueden participar: "Una abuela viene con sus dos nietitas". Y todas las profesiones, también: "Hay un economista, un vendedor, un diseñador gráfico; nuestra comunicación es toda virtual, por las redes sociales o de boca en boca. Para nosotros, Facebook es la herramienta más amigable con nuestro proyecto. Y cuando llega el domingo elegido, ahí estamos todos", agrega Javier.
Empezaron por un lugar público, una plaza en Devoto, y después siguieron. Se reúnen un domingo, o dos, por mes en una plaza chica, generalmente en grupos de seis, y no se van hasta dejar todo el lugar limpio. Uno de ellos, del sector textil, fabrica las bolsas verdes que llevan, con material reciclable.
Los vecinos del lugar al que llegan en general reaccionan bien. "Hay gente que hasta ayuda -dice Juli Raz, 25 años, la encargada de prensa del grupo-: si están comiendo algo tiran el papel o los restos en la bolsa verde que nosotros llevamos. Algunos nos felicitan y otros, los menos por ahora, se entusiasman, nos preguntan por qué hacemos esto y hasta dicen que les gustaría participar." Otras veces, algunos también preguntan si forman parte de algún grupo político.
Estas acciones les han dado la pauta de cuánto es lo que el público en general desconoce sobre prácticas ecológicas. Por eso destacan lo importante que es unirse a otras agrupaciones. "Fuimos invitados por el grupo Vecinos por la Ecología a dar una charla en el parque Saavedra", comenta Colipi. "Nosotros decimos que La Plaga Positiva visita un lugar, porque cuando uno va de visita a una casa respeta ese lugar." Ahora ya están en contacto con los vecinos del parque Rivadavia y los de plaza Francia, porque la idea es que alguien del lugar los apoye cuando vayan a limpiar.
La próxima reunión, y la última de este año, está programada para el domingo 8, en la plaza Primero de Mayo, del barrio de Balvanera. "Siempre hay mucha gente que quiere ayudar de alguna forma -dice Juli Raz-; nosotros encontramos ésta. Además de limpiar buscamos dar información o hasta enseñamos cómo hacer un compost. Siempre me importó el cuidado del espacio público, es algo que venía haciendo desde chica, y ahora, como voluntaria de La Plaga Positiva, siento que puedo hacerlo mejor.".
Fuente: La Nacion
Linck: http://www.lanacion.com.ar/1645510-vivir-cada-momento-con-la-mirada-puesta-en-el-otro
No hay comentarios:
Publicar un comentario