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domingo, 24 de agosto de 2014

Una revista que permite un ingreso personal y algo más

Con un modelo de economía solidaria, los vendedores de Hecho en Buenos Aires obtienen $ 10 por cada ejemplar que venden a $ 15


Después de una experiencia triste que lo empujó a huir de lo conocido y lo dejó "emocionalmente en silla de ruedas", como él describe, Diego Esteche pasó 10 años viviendo en la calle. Ahora volvió a la casa que fue de sus padres, ya fallecidos, y recibe ayuda profesional para recuperarse de sus adicciones y de algunas secuelas que le dejó el vivir sin amparo. En la plaza San Martín, en el barrio porteño de Retiro, hoy ofrece a oficinistas, turistas y a quienes por allí caminan, la revista Hecho en Buenos Aires. Esa tarea le aporta sus ingresos personales, aunque como viaja cada día varias horas, ya piensa en la posibilidad de conseguir un trabajo por la zona del pueblo de Matheu, donde está la vivienda que proyecta poner en condiciones y, como pintor que es, decorar además con su propio arte.

Con su piloncito de ejemplares en mano, Diego es uno de los cerca de 180 vendedores de Hecho en Buenos Aires a los que se puede ver en muchas esquinas porteñas. La publicación nació 14 años atrás con un objetivo muy claro: brindarles a personas en situación de calle o de alta vulnerabilidad social la oportunidad de obtener un ingreso adoptando un mecanismo de autogestión que supone cierta disciplina. En esta casi década y media, pasaron nada menos que 3500 vendedores; de los que están hoy, 85% considera esta tarea su trabajo, y 58% ayuda económicamente a sus familias. Por cada ejemplar, a un precio de tapa de $ 15, quien vende se queda con $ 10.

La publicación es de la asociación civil Hecho-Empresa Social, y es el corazón de un proyecto de economía solidaria que, a la vez que ofrece un producto valorado por su público, genera un impacto en la comunidad. "Es a través de estos dispositivos que se hace una sociedad más equitativa, más justa y de forma sostenible, sin perpetuar a las personas en la pobreza", dice Patricia Merkin, editora de la revista y alma de esta acción que arrancó en el año 2000. No se trata, aclara, de la vía para la erradicación total de la pobreza, gran tarea pendiente de los gobiernos, pero sí es una contribución para ese objetivo.

Fuertemente afectada por la inflación (en el último año los costos de la publicación se duplicaron), la iniciativa se sostiene actualmente en un 40% por el precio de tapa y en un 10% por publicidad. El resto depende de proyectos y aportes de diferentes instituciones.

En la sede ubicada en San Telmo, se ofrecen a los vendedores servicios de asistencia social y talleres de arte. "La economía solidaria promueve circuitos que atraviesan aspectos económicos, sociales y culturales de las personas", define Merkin. Y agrega: "Son personas que deciden ser protagonistas de su futuro y reciben la ayuda de una empresa social".

Parado en algún lugar de la plaza, Diego observa y decide a quién acercarse y hablarle, ya sea en español o en inglés. "Cuando empezás, un poco te da vergüenza", relata. Los jóvenes, afirma, son quienes están más abiertos a escuchar. Y a comprar.

"Las ventas van bastante bien y la gente acepta mi forma de vender; yo me pongo a conversar y no me veo distanciado del mundo", afirma Luis Andrés Molina, que tiene su parada en Rivadavia y Callao, frente al Congreso Nacional. Muy entusiasmado, dice que siempre lee la revista porque, además de gustarle, eso lo ayuda a vender: puede comentar las notas y provocar ganas de leerlas. Luis llegó a Hecho en Buenos Aires en 2004, cansado de un trabajo en el que se sentía dominado. Fue otro vendedor el que le dio ánimos, y él ofreció la revista en Recoleta hasta 2007; después hizo otros trabajos, y volvió a esta tarea hace casi un año. "Éste es un trabajo donde me siento muy cómodo y veo el rendimiento; estoy recontra agradecido -dice-; me gusta estar con libertad y hablar con la gente." Y agrega que está conforme con los ingresos logrados.

Cada vendedor firma un código de conducta y debe exhibir su credencial (los lectores son invitados a comunicarse con la redacción si observan comportamientos impropios). Es frecuente que los vendedores generen buenos vínculos, y la clientela estable da cierta tranquilidad. La tirada es de 18.000 ejemplares y hay una venta básica de unos 15.000.

En sus inicios, el proyecto contó con dinero del British Council y la colaboración de la embajada de Gran Bretaña, el país que popularizó la modalidad de revistas de la calle a través de The Big Issue. También aportó la Fundación Levi Strauss. La asociación civil promueve, además, otras iniciativas, como la vinculada a generar una cultura de cultivos locales con distribución de productos bajo normas del comercio justo, algo que busca ser un mecanismo de prevención contra la pobreza urbana.

El producto de esta empresa social es una revista con notas de cultura y de interés general, hechas por periodistas profesionales free lance. En cada edición, la sección "Prensa del asfalto" presenta textos de los propios vendedores, y notas en las que ellos son los entrevistados. Es parte del protagonismo que toman en el proyecto, y en sus vidas.

Fuente: La Nación

Link: http://www.lanacion.com.ar/1721029-una-revista-que-permite-un-ingreso-personal-y-algo-mas

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